Por el amor de una rosa, el jardinero es servidor de mil espinas. Pues la rosa, bella y fresca, provista de un tallo bien armado, es apreciada por pocos y envidiada por muchos. Pobre del jardinero, que en un intento de gozar de esta belleza, ve su mano llena de heridas. De sus ampollas brota la laboriosidad del cuidado de la belleza floral. En sus manos está, además, la esencia de las rosas: sus espinas.
Clavel adorna tu pelo, castaño y ondulado. Te hace sentirte joven, especial. Sin la flor tu cabello no destaca pero con ella se convierte en lo más hermoso del mundo. Será el brillo del sol en tus rizos el que te proporciona tal frescura, más no has de presumir de la belleza, que tan pronto viene como emigra. Contemplas en el agua tu rostro. Cuidado, no vaya a ser que el clavel se convierta en narciso.