26 sept 2010

De cómo cantas para mí.

Los señores de las batas que se hacían llamar médicos, doctores y demás títulos que de poco les habían servido para tratar mi accidente, no paraban de merodear continuamente por el pasillo.
Mi alta no parecía llegar y de vez en cuando susurraban entre ellos como si lo peor estuviera por llegar. Un señor vestido de negro al que no reconocí hasta llegar a estar a dos metros de la camilla donde descansaba traía un armatoste de papeles y un nerviosismo histérico le acompañaba.
Era mi abogado.
Había venido para indicarme que la familia del conductor del Renault iba a emprender acciones legales contra mí, y eso no era bueno, pero tampoco malo, porque el que había maniobrado mal en aquel dichoso momento no fue otro que el difunto conductor. Vamos, que nada por lo que preocuparme, que además la escena estaba grabada en vídeo por un controlador de tráfico de esos que están instalados en los carteles que hay a lo largo de la carretera.
Mi descanso parecía interminable, pero de algún modo me sentía a gusto en mi blanca bata de aquella blanca habitación.
Y pensando en por qué los hospitales siempre eran de color blanco caí en un sueño intenso peor corto, sin llegar a pesadilla, pero sin ser agradable.

25 sept 2010

De cómo comer chocolate.

25 de enero de 1992.

No sé que es lo que más me intimida de haber tenido un accidente en moto, el hecho de haberme quedado sin movilidad en mi tren inferior, o el hecho de haber visto el fin de mi vida tan de cerca.
Normalmente la gente afirma que todo pasó muy rápido, para mi el momento fue eterno. Lo vi venir a cámara lenta, como ese Renault intentaba hacer un adelantamiento invadiendo el carril contrario, como intentaba frenar, como intenté apartarme, como se intentaron acciones en vano. Salí despedido hacia delante. Fue como volar. El vuelo fue eterno, pude ver mi sombra separarse de mi conforme ascendía, y lo último que vi fue como me acercaba a ella hasta reventarme contra el asfalto.
Pronto llegaron las ambulancias, aunque para mí todo fueron susurros y sirenas. Después me levanté en un lugar completamente blanco. Una camilla me sostenía mientras el dolor de haber despertado de la anestesia se apoderaba de mí. Lo sentía en todo el cuerpo, aunque había una parte en la que no notaba nada. 
Mis piernas.
Cuando llegaron los médicos a explicarme todo, si hubiera tenido una pistola, hubiera matado a cada uno de ellos por no haber podido evitar que me quedara en silla de ruedas, hubiera buscado aquel Renault y le hubiera partido las piernas al dueño con un bate de béisbol hasta que ya no sintiera dolor. Pero aquel dueño había muerto en el accidente, y no me lamentaba de ello para nada. Se lo había buscado, y había conseguido su muerte y que mi rabia se convirtiera en satisfacción, una satisfacción que no me iba a permitir volver a andar.

11 sept 2010

Albahaca - Charles Golden Walrus


PRÓLOGO.
El cuatro de septiembre siempre será recordado en el bosque Robles Grises como un día especial. EL cuatro de septiembre siempre es día de celebración entre los gusanos, porque celebran el aniversario del día en que las águilas y halcones emigraron para no volver jamás. Pero el cuatro de septiembre también se llora por la muerte de Albahaca.
Albahaca era un gusano de seda que conquistó el corazón de la mayoría del bosque, y fue partícipe en la guerra contra las lombrices. Guerra que acabaron ganando los gusanos gracias a las tácticas de Albahaca. Fue una gran guerra de un solo día, que acabó en la muerte de decenas de soldados. 
Todo lo ocurrido en esa guerra se encuentra anotado en el Libro de Seda, que contiene la historia de los gusanos de seda del bosque Robles Grises.
Así que, sin más demora, veamos lo que ocurrió ese cuatro de septiembre.

ALBAHACA.



-Hugo, Arrugas, Monterrubio, Verde y Pereza, acompañadme – dijo Albahaca, orgulloso, tras haber recibido el cargo de comandante capitán del ejército de los gusanos de seda.
Sabía que aquel día era muy importante y que no se podía perder nada de tiempo. Los gusanos de seda no eran mucho más rápidos que las lombrices, y éstas no tardarían en llegar, y cuando lo hicieran, todo debía estar dispuesto en correcto orden y preparado para el lance.
-Comandante Albahaca – dijo Monterrubio – creo que tengo un plan de ataque-defensa que podría servirnos para el día de hoy.
-Continúa – dijo Albahaca, el comandante Albahaca.
-Podríamos pedir a los Gusanos Marrones que nos ayudaran a tender una emboscada a las lombrices. 
-No, los Gusanos Marrones han combatido mucho contra las lombrices y han perdido en todas y cada una de las batallas, no querrán colaborar.
Monterrubio asintió, aceptando que su plan tenía una laguna.
Fue entonces cuando Albahaca se dio cuenta. Cuatro de septiembre – se dijo – primer fin de semana del mes, día de caza de los halcones.
Cada primer fin de semana de cada mes los halcones se daban cita en el claro oeste del bosque para cazar. Normalmente se alimentaban de conejos y zarigüeyas, pero las crías no desaprovechaban la ocasión de cazar lombrices y gusanos, así como pequeños insectos.
Rápidamente, Albahaca urdió el plan mentalmente y selo comunicó a los otros.
-Soldados – dijo seriamente Albahaca – he deliberado toda la semana sobre planes y estrategias, y al fin he dado con la estratagema que nos dará la victoria. Pero antes – se detuvo Albahaca – quiero que me juren que acatarán las órdenes que ahora les voy a comunicar.
Todos asintieron, excepto Pereza, que dudó unos instantes, pero acabó jurando obediencia a su comandante, cosa que ya le debía, así como respeto y admiración.
Albahaca les contó el plan. Dos de ellos, en concreto Albahaca y Monterrubio (éste último se prestó voluntario) servirían de cebo, atraerían la mayor cantidad de lombrices posibles al claro, donde decenas de halcones estarían preparadas para alimentarse, y éstos, al ver a las lombrices y a los dos gusanos, se relamerían y comenzarían a cazar. Albahaca y Monterrubio debían ser raudos a la hora de huir y salvar sus vidas.
Albahaca dio orden a Pereza para que mantuviera al resto del ejército en pleno desconocimiento de la estrategia y que esperaran junto al gran roble dónde la mayor parte de los gusanos de seda vivían.
Así llegó la hora de la batalla. Monterrubio y Albahaca estaban en sus posiciones, y los demás, en las suyas. Las lombrices no tardaron en llegar, y en cuanto vieron a los dos enemigos, sin orden ni concierto, se lanzaron todas a por ellos.
Las lombrices se caracterizaban por su escasa inteligencia, y cómo ya se había mencionado antes, los gusanos eran más rápidos que ellas.
En seguida llegaron al claro donde se apostaban los halcones, dispuestos a zambullirse en la caza. 
Las lombrices, tontas como eran, no se dieron cuenta de que las conducían a una trampa. Ni una sola lombriz de las cincuenta que eran se do cuenta, de modo que al llegar al claro, la sorpresa fue igual para todas ellas.
Los halcones tardaron segundos en darse cuenta de la presencia de aquellos ingenuos visitantes, y en un instante se encaminaron hacia sus presas.
Albahaca y Monterrubio salieron corriendo, seguidos por las lombrices, que, por su corta inteligencia, aún no se habían dado cuenta del gran peligro que les aguardaba.
-¡Monterrubio! – gritó Albahaca - ¡Vete!
-¡Ni hablar señor! – pienso cumplir con mi deber.
-¡Te ordeno que te retires, soldado! – ordenó Albahaca - ¡Soy tu superior! ¡Obedéceme!
Monterrubio dudó un instante, y después se zambulló en los espesos matorrales que circundaban el claro, camino a casa.
Ninguna lombriz se dio cuenta de la escapada de uno de los enemigos. 
Albahaca había decidido que moriría la menor cantidad de gusanos lombrices, y si conseguía o no salvar su vida, el plan ya había funcionado.
Los halcones se cernieron amenazantes sobre las lombrices que comenzaron a desaparecer a pares. 
Albahaca sabía que no podía remediar lo irremediable, y que alguna lombriz escaparía, pero le serviría de lección, porque aunque las lombrices fueran tontas, no repetían el mismo error dos veces.
También sabía Albahaca que lo que iba a suceder era irremediable, el claro era bastante grande, y la fatiga comenzaba a instigarle que parar de correr.
No lo hizo, no paró de correr, pero sabía que no conseguiría llegar al otro lado. Vio cómo las lombrices perecían en las garras de los halcones, y cómo las que podían se metían bajo tierra, con la esperanza de salvar su vida.
Pero un halcón había fijado la vista en un gusano, no en una lombriz, y se lanzó ágilmente hacia nuestro pequeño amigo, que nada pudo hacer por resistirse.

Albahaca no pudo salvar su vida, pero salvó la de todos sus semejantes al evitar una confrontación directa contra las lombrices.



La historia de la batalla la escribió Monterrubio, que no tardó en darse cuenta de lo que pretendía hacer su comandante tras haberle ordenado huir.
Monterrubio se convirtió en comandante tras la muerte de Albahaca y ordenó atacar a los halcones, pero esta vez los gusanos no iban solos. Alces, ciervos, lobos, ardillas, conejos, zarigüeyas, osos y cualquier animal que había conocido a Albahaca lucharon incesantemente durante casi un año, cuando un cuatro de septiembre, los halcones, acompañados de águilas, anunciaron su rendición y juraron no volver nunca más al bosque Robles Grises.
Por esa razón el cuatro de septiembre es motivo de celebración, ya sea la celebración del aniversario de la victoria, como la celebración y homenaje a un comandante que dio su vida para salvar la de los demás. Y es que, antes que un comandante, Albahaca era un amigo, un amigo del bosque.

Charles Golden Walrus.

10 sept 2010

Phrasesongs.



"Ven, cabalga conmigo, a través de las venas de la historia"
Muse - Knights Of Cydonia

"Allí arriba, en la colina melancólica, hay un árbol de plástico"
Gorillaz - On Mellancoly Hill

"Dicen que la carretera no es lugar para formar una familia"
Journey - Faithfully

"Otro más que muerde el polvo"
Queen - Another One Bites The Dust

"Hay mariposas de arrabal, que nunca aprenden a volar"
Joaquín Sabina - Vinagre y Rosas

"Y los policías observan malhumorados"
Arctic Monkeys - Riot Van

"Y mamá era una hippie"
Red Hot Chili Peppers - Dani California


9 sept 2010

How To Rock The House

Si una imagen vale más que mil palabras, un vídeo por lo menos treintamil.

6 sept 2010

Las ametralladoras no pueden enamorarse.

Erase una ametralladora llamada Fred Junior, nombrada así por su propietario, un tal Fred Jones. 
Fred Junior estaba instalado en lo alto de una torre, desde la cual se podía ver todo el fantástico paisaje. Una gran selva se extendía varios kilómetros alrededor de la fortaleza. Fred sabía bien que él pertenecía al bando británico, y que debía enfrentarse a las resistencias indias que se escondían en la densa selva.
Fred Junior no hacía otra cosa que observar la selva durante el día, alerta a cualquier movimiento, cómo lo estaba también su propietario, Fred Jones. 
Un día cualquiera habría una batalla y Fred Junior pensaba destacar junto a su propietario abatiendo enemigos. 
Así que su trabajo consistía en divisarlos, y acabar con ellos, con los enemigos.
Si su propietario no lo giraba, Fred Junior no llegaba a ver más allá que un poco más de dos de sus tres pies, y, aunque estaba dotado de una visión panorámica, siempre había algún punto ciego que se le resistía.
Fred Junior no era cómo esas ametralladoras automáticas, que podían moverse a su libre albedrío, y disparar cuando quisiera.
Consideraba la relación entre Fred y él cómo beneficio mutuo: él no podía moverse ni disparar sin su ayuda, y su propietario no podía abatir enemigos sin Fred Junior, a pesar de que contaba con una escopeta colgada al hombro, pero según entendía Fred Junior, no era de largo alcance.
Una bonita mañana de marzo, algo se movió entre los matorrales, y de entre ellos apareció una jovencita hindú, bastante guapa, según le pareció a Fred Junior.
Pero Fred Jones no se había fijado en su belleza, sino en las granadas que llevaba en ambas manos.
Lenta y silenciosamente, Fred Jones comenzó a girar a su ametralladora hasta apuntar a la jovencita hindú. Fred Junior intentó no hacerlo, todavía sorprendido y embelesado por la belleza de aquella enemiga. Pero a pesar de todo, sus esfuerzos fueron en vano, y noto cómo las balas estaban listas para salir.
Intentó moverse, gritar, agitarse. Nada. No podía frenar lo irrefrenable.
La jovencita se disponía a tirar de la anilla de una de sus granadas cuando vio a la ametralladora apuntándola. Se quedó quieta como una estatua, llena de miedo.
Y entonces le miró, miró a Fred Junior, pero éste no hizo otra cosa que cerrar sus ojos, de los que lágrimas invisibles caían.
Notó tres balas salir disparadas, pero no tuvo el valor suficiente de abrir los ojos, le valió con oír resoplar a Fred Jones y que éste abandonara el estado de tensión que había tenido.
Y es que las ametralladoras no pueden enamorarse.

Charles.

Interrogativos.


Seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé. Sus nombres son cómo, cuándo, dónde, qué, quién y por qué.

La muerte del marciano.



Desaparecida




Sin rastro




Lágrimas mohosas




Maleta





La opresión se volvió brava




Pequeño marciano de barba descuidada, lazo de nabo




Sacudidas violetas hojas de color…




Abajo y afuera pero no en las Vegas




Desembarca y se desancla




Sin desván

Pedazo de atún.


-Joder, que mal huele coño.
-Es el atún este, que está más podrido...
-Pues tíralo ya.
-¿Y qué te crees que voy a hacer?¿Enmarcarlo?
-Por cierto, ¿de dónde los has sacado?
-Lo pesqué el sábado pasado con mi padre.
-Joder, pues es un pedazo de atún...
-Sí.
El atún acabó en el contenedor orgánico de la esquina, pero no estaba solo.
Los dos amigos subieron las escaleras.
-Mierda.
-¿Qué?
-No encuentro las llaves.
-No jodas que te las has dejado dentro.
-No. Las llevaba en la mano...
-O sea, que están con el atún.
-Sí.
-Serás...

5 sept 2010

Society.


La brisa de la mañana se vuelve cálida y las copas de los árboles cantan al unísono, mientras los pajarillos bajan del cielo para alimentarse y las nubes se vuelven de colores. El sol amanece azul y se vuelve morado al tiempo que los tambores vibran, manteniendo el suspense. Por las calles se oyen crujidos, y en las azoteas el viento chasquea. Los pregoneros anuncian las buenas nuevas, y las malas, mientras los políticos sorben el té de sus tazas cómo ingleses, mientras los perros son paseados y deleitados por intensos olores de desayunos recién hechos.
Todo eso sólo puede significar una cosa, que los deshollinadores van a cantar, o que una Black Label va a llegar.

4 sept 2010

Emily.



Sola. Así se quedo en menos de un minuto. Pero ya le daba igual, se había acostumbrado a que su madrastra llegara tarde a recogerla. Siempre veía cómo los demás se marchaban con sus padres o madres, o por su propia cuenta,  y cómo cada vez se iba quedando más sola, esperando. En diez minutos llegó su madrastra en su coche tan limpio, brillante y feo. Sobre todo feo. Era un horrible Peugeot que se había puesto de moda este invierno.
A la madrastra le importaba más bien poco que su ahijada pasara frío mientras la tenía que esperar bajo un porche para no empaparse con la lluvia.
Emily salió del porche y rápidamente se acercó al coche e intentó abrirlo. Estaba cerrado. Con un gesto de aparente descuido la madrastra le dijo que esperara y le abrió la puerta unos segundos después.
Emily entró, sin importarle lo más mínimo lo que pudiera ensuciar las alfombrillas o mojar el asiento. La mirada de asco que le lanzó su madrastra provocó en Emily una satisfacción enorme, como de trabajo bien hecho.
El odio que se tenían entre se había ido forjando con el paso de los años, cuando una pequeña Emily le destrozó las flores que tanto le gustaban a su madrastra. Se podría decir que ahí empezaron a forjarse el asco y el odio.
Emily estaba acostumbrada ya a toparse con aquella desagradable mujer todos los días, pero parecía que su madrastra todavía no se había acostumbrado a la presencia de su odiable hijastra.
Emily aceptaba que era odiable en algunas ocasiones, porque era desordenada y vaga, pero que algo bueno debía de tener para caer bien a la gente.
Y el desorden y desgana que caracterizaban a Emily chocaban directamente contra la limpieza, orden y sacrificio de su pija madrastra. Porque sobre todo, era pija. Le gustaba vestirse con pieles y ropa de marca, conducir coches modernos y feos, limpiar la casa todos los días y tener un invernadero pequeño en un jardín pequeño, de una pequeña casita de Liverpool.
Emily odiaba aquel invernadero con todas sus ganas, estando a punto de prenderle fuego en una ocasión tras haber discutido con su madrastra que no podía entrar en su cuarto cuando a ella le diera la gana, y colocarlo.
-Me gusta el desorden – dijo Emily en una ocasión.
-Eso no es desorden, es el fin del mundo – le contestó su madrastra, con ese peculiar y pequeño sentido del humor que tanto odiaba Emily.
En realidad odiaba muchísimas cosas de su madrastra. Para empezar, su nombre: Rita. No había cosa que Emily considerara más espantosa que los nombres de gatos, cosa que también odiaba, por una mala experiencia que tuvo de pequeña.
También odiaba su afán por controlarlo todo y su limpieza extrema, además de su coche, sus pieles, su sentido del humor casi inexistente, sus decenas de productos para la piel, así como colonias y demás cremas caras.
Luego no había dinero para poder comprarse una preciosa Fender Telecaster azul mar con toques amarillentos del ochenta y tres, cuyo precio tampoco era una barbaridad para aquella antigualla.


3 sept 2010

Satisfaction.



Y ahora que todo ha pasado y tengo un nuevo portátil desde el que poder escribir y gandulear digo:
¡OH SI!

2 sept 2010

Y van 30.


La presentación. Algo de baloncesto, de deporte. Pasamos a la escritura y las chispas, relatos, cuentos, inspiración. La misma que casi me falta ahora mismo, para decir de algún modo lo contento que estoy, de poder liberarme, escribir, comunicarme, a través de esta maravilla llamada blog. Aceptando que mis lectores sean cuatro amigos, pues bien, lectores no necesito, si no ganas y un teclado para escribir y escribir sin más. 
Son treinta entradas ya, y no se por qué me siento bien por ello. Quizá por haber encontrado la forma de expresarme y sentirme a gusto. O quizá por haber conseguido ser constante en algo por fin. Empecé el blog por probar, pero quien me iba a decir que en cuatro meses conseguiría escribir un cuento completo. 
Contento, esa es la palabra. Treinta, ese es el número.

1 sept 2010

Del verano hasta Ringo.


Que el verano es corto, que se pasa rápido, que tales y pascuales. Todo trolas. El verano es igual de largo que sus hermano mayor el invierno y sus dos hermanos pequeños, primavera y otoño. Que se pasa rápido, depende, todo son puntos de vista. También que lo que mal empieza mal acaba, y que lo que empieza mal, va a peor. En mi caso, el verano despertó chungo, y ahora que es hora de que se vaya a dormir, se van aclarando las cosas.
Que el oro no da la felicidad. Hombre, casi, porque la paga te permite caprichos, caprichos que te hacen sentirte bien, ser feliz.
Que eso es ser material. Pues claro, no te jode. A ver si te crees que tus pertenencias no son otra cosa.
Que tararí que te vi.
Que Ringo se tocaba el bigote. Mentira cochina. Quién crees que canta Yellow Submarine, desgraciado, o quién introdujo la forma de coger las baquetas de idéntica manera con las dos manos. O quién dijo "salgamos ahí afuera y hagámonos unas fotos, coño" (y de ahí salió la portada de Abbey Road).
Ay, ay, que pena de vida, que uno empieza a improvisar una entrada y suelta memeces tales como decir que los reyes no existen a un niño pequeño.

Y la banda comenzó a tocar...


Todos a bordo.