Se apoyó en la pared, mareado, intentaba escapar del humo, pero cada vez que respiraba, angustiado, no hacía más que tragárselo una y otra vez. Sólo había una lámpara en todo el salón, de color azul fluorescente, que no daba nada de luz, y proporcionaba un aspecto siniestro a Jamie, que estaba sentado a su lado, abrazando a un cojín, y mirando al techo, muy serio. Joe palpó las paredes para evitar separarse de ellas, intentaba acercarse a su amigo, pero el único punto de luz era la lámpara, lo demás era oscuridad. Pisó algo que estaba tirado al lado del sofá, o mejor dicho, a alguien.
-¿Fred? - preguntó en voz baja, dándole unas palmaditas en la espalda.
-¿Qué quieres? - su voz sonó como si estuviera dormido, como si estuviera hablando en sueños.
-¿Qué haces ahí tirado? - intentó darle la vuelta.
-Me he mareado y me he tirado al suelo para evitar el humo.
-Vamos, levanta - le dijo mientras tiraba de su brazo y le conseguía poner de pie.
Se acercó hasta Jamie y se sentó a su lado, Fred hizo lo mismo.
-Jamie - le llamó Joe.
Siguió mirando al techo, como si no hubiera oído nada. Joe le volvió a llamar.
Lo mismo.
Le cogió del hombro y le agitó, a lo que Jamie respondió con un giro brusco, mirando fijamente a Joe a los ojos.
-Me ha llamado June - comenzó Joe - dice que Allen se ha abierto la cabeza y está inconsciente.
-¿Cómo? - respondió.
-No lo sé - empezó a alzar la voz - me ha llamado llorando, suplicándome que fuera a ayudarla.
-Pues ve entonces, yo me quedo aquí - volvió a mirar al techo, sonriendo, hasta que de repente fue alzado y cogido en volandas por Fred, que dijo:
-No, vamos todos.
Jamie se rió. Joe cogió los abrigos y dejó abierta alguna ventana, para que todo el maldito humo se fuera de una vez. Era ya la tercera vez esa semana que Jamie había hecho un submarino en su casa, terminando la vez anterior con todos durmiendo en el suelo, menos Jack, que durmió en la mesa. Salieron por la puerta, Joe con las llaves del coche y Fred con Jamie en brazos.
-¡Déjame en el suelo! - exigió Jamie, pero Fred no le soltó hasta que le metió en el coche - oh vamos Fred, no voy tan mal, sabes que se controlarlo.
-Lo único que se es que tenemos que ir a ayudar a June, y con la mayor rapidez con la que podamos ¿vale señor submarinos?
Jamie asintió y se quitó el gorro, azul. No se lo había quitado en toda la tarde y estaba sudando, se despeinó con la mano, bajando la ventanilla y buscando algo de aire. Los edificios y los árboles pasaban muy deprisa, le pidió a Fred que aminorara un poco, que les podría caer una multa, Fred lo hizo, no con demasiado ahínco. Poco a poco se estaba dando cuenta de que no iba tan bien como creía, estaba entumecido y sentía como si su cabeza estuviera en el interior de una cacerola. Sus pensamientos iban rápidos, pero tardaban mucho en llegar a su boca. Continuaba sudando, era como si todo fuese un sueño.
En cambio, Joe iba totalmente despierto, también estaba sudando, pero de nerviosismo, no había fumado casi nada, y había pasado la mayor parte de la tarde llevando y trayendo vasos de agua de la cocina al salón. Su pelusa rizada estaba despeinada, y no paraba de mover los ojos de un lado a otro, pensando continuamente en la llamada, y en el por qué de que June le había llamado primero a él y no a una ambulancia. Comenzó a pensar en ella, hasta que un frenazo le hizo volver a la realidad.
La puerta del portal estaba abierta, y subieron por las escaleras tan rápido como pudieron, menos Jamie, que tuvo que bajar el ritmo en varias ocasiones para evitar vomitar más de una vez. Fred iba en cabeza, como una exhalación, cuando le salía su vena paterna responsable, la misma que había tenido que usar en más de una ocasión con Jamie para evitar tragedias, se convertía en una persona diferente, capaz de hacer cualquier cosa en cualquier momento.
Jamie continuaba en su sueño particular, sin enterarse mucho por qué piso iban, ni cuánto tardaría en subir todas las escaleras hasta el ático. Y despertó de ese sueño en cuanto vio a Allen sangrando en el suelo, y a June llorando abrazando a Joe.