-Acostumbramos siempre a ver en las películas, a leer en los libros, a ver en todas partes, a idolatrar, a idolizar y alabar una vida idealizada, pensada o vivida por cualquier persona, que ha sabido narrarla de la manera más solemne o desarrapada, pero que siempre acaba embriagándonos y arrancándonos un trozo de alma en el que se nos graba esa historia como si se tratara de un disco duro. Envidiamos al artista, al director, o a la persona que ha vivido lo narrado, aunque esto acabara con un triste final, muerto, o destrozado por las circunstancias que lo han moldeado. Siempre pensamos que podríamos ser algo mejores, que podríamos refinar lo que tenemos alrededor y a nosotros mismos, y alcanzar esa virtud aristotélica, convirtiéndonos en algo o en alguien que hasta nosotros mismos querríamos más. Todas esas historias nos hacen perder amor propio, nos hacen convertirnos en ¿quién sabe? ¿personas algo inferiores? Nos hace pensar que a nuestra personalidad le falta un toque malhumorado, o ácido, o dulce, o de dejadez asquerosa, de maleducado, de lo que sea, a fin de que mejoráramos nuestra idea, nuestra imagen. Como si pudiéramos crear una versión de nosotros mismos más actualizada y mejorada que la anterior.
>>Acabamos tomando por costumbre que cualquier cosa que realicemos, que cualquier frase que digamos, que cualquier postura que adoptemos, jamás estarán a la altura de un filme o de un buen libro. Tomamos el drama como algo increíblemente atractivo e intenso, pero conocemos el hecho de que si cualquier drama ocurriera en nuestras vidas, a la mínima nos romperíamos en mil pedazos, de dolor o de lo que fuera, obligándonos a pensar que necesitamos endurecer nuestra mente, conseguir aguante y resistencia, no dar tanta importancia a todo.
>>Y siempre que nosotros o cualquiera de nuestros cercanos consigue exhibirse con una frase, con un acto, con un gesto, o con un aire de genialidad y originalidad, no nos sorprendemos al calificarlo de "parecía de película" o de "te ha quedado como en un libro", creyendo que todos los argumentos que en películas y libros aparecen no ocurren en la vida real, y que son fruto de imaginaciones portentosas y lo suficientemente imaginativas como para conseguir hacer realidad actos inverosímiles. Error. Si algo aparece en las películas que cuentan historias, que narran vidas, es porque han tenido que ocurrirle a alguien, sin que esto deba ser una obra biográfica. Existen muchas personas que han llevado sus vidas al límite, que las han vivido de la manera más atractiva y deseosa, con una velocidad temeraria o con una lentitud hermosa, pero que no las han contado. Y quién sabe si en nuestra vida podamos acabar contando anécdotas que nos han ocurrido que parezca extraídas de un guión cinematográfico, o de la mente de un novelista extravagante.Quién sabe.
>>Y sin duda no nos damos cuenta, de que según vamos avanzando en nuestra vida, nos van ocurriendo cosas que hemos hemos leído en libros y que deseábamos que ocurrieran, o escenas de películas que anhelábamos vivir también nosotros. Si nos paráramos en seco a pensar lenta y ordenadamente en cada cosa que nos ha pasado, en cada fragmento de los años de nuestras vidas, nos encontraríamos con escenas que no habíamos valorado en el momento de vivirlas, y que sin duda se asemejan a esa idealización que a todos nos ronda la cabeza. Algún desamor, algún verano, alguna escena graciosa con otras personas, todo eso forma parte de nuestra propia película, personal e intransferible, y quizá si pudiéramos grabarla en formato físico, y reproducirla en los últimos años de nuestras vidas, quizá nos encontráramos con una superproducción cinematográfica, o con una dramática novela que te mantiene enganchado hasta el final. Creemos que lo conocemos todo de nosotros mismos, pero desconocemos muchos aspectos de hasta lo que nos va ocurriendo a medida que cumplimos años. No somos dueños ni de nosotros mismos, si anhelando que nos ocurran cosas que soñamos, acabamos perdiéndonos lo que de verdad nos ocurre.
