22 abr 2011

Cuando Alex Turner conduzca un ferrari.

Actuando con tal precisión que la capacidad de reacción del sujeto a las pruebas realizadas se registraban en milisegundos, o en un tiempo menor, matemáticas, cálculos, virtualidad y virtudes. Cazafantasmas, cazamariposas, da igual mientras lo que importe es el hecho de que las hojas caigan esta vez en primavera y no en otoño. En este año el mundo está al revés, no, un momento... Este es el Año del Mundo al revés. Bienvenidos al Año del Mundo al revés. Ni juegos, ni ruedas, ni Frank Sinatra, ni dardos, todo está al revés, está ne negativo, lo blanco ahora es lo negro, lo negro es ahora lo blanco. Nos encontramos en Atlanta, Georgia, EEUU, hemisferio sur, al oeste del país, pero al este del mundo. Rascacielos ahora son chozas pequeñas en las que solo pueden vivir dos personas como mucho. Y esos chalets adosados ahora llegan al cielo, al universo, y en ellos viven cientos, miles de personas. Los aviones van bajo el agua, los barcos vuelan. Y los niños trabajan, los padres juegan a soñar.

En la fiesta de disfraces del lunes pasado, esas fiestas en las que ahora la gente no se disfraza, es más, se quitan los disfraces para ir a la fiesta, que en vez de ser en la madrugada, es a mediodía. Póngame una limonada, sírvame la venganza en frío, que deseoso estoy de salir a correr al mundo siguiente, al año siguiente, que no será el siguiente, sino el anterior. Viena, Austria; dos coches sobrevuelan las pequeñas catedrales, derrochan asfalto, derrochan queroseno, derrochan vidas. Es como un grifo abierto del que brotan miles de millones de personas cada segundo, en forma de gotas, puedes ver sus caras, pocas reconoces, es como un tubo infinito de chicle de melón, esa frescura, soltura, con la que combas los metales, y repartes los folletos entre los buzones. ¡Bienvenidos a la segunda parte del Año del Mundo al revés!

Maniatado por sus esperanzas, y absorto por sus pensamientos, George Harrison, ave de presa, sobrevuela el mundo tras haberlo dejado en un estado fatal, tras haber dejado una dinastía en la música, una manera de pensar, haber unido dos culturas, sobrevuela Londres, Nuevo México, Alaska, Moscú, para después desaparecer con una mueca de tristeza en la boca. Un gesto compungido de un águila con bigote, y con una sonrisa que siempre perduró, pero que ahora ha desaparecido. 2001. Nuevo milenio, viejo milenio. Nuevos coches, más locos, locura, hendiduras en las calzadas de California. Viva el rock n' roll, viva la Reina. Súbditos, leales, sumisos, y una mierda. Mejor dicho. Personas, traidores, ratas, sucias, muy sucias, El Cairo, Egipto, arena, y no de playa, un inmenso río que solamente esconde terror, y años de sufrimiento, delitos y camaleónicas sorpresas. Tardaremos eones, o lustros, en adivinar a los caimanes.

Sin embargo, no fueron ni las oscuras golondrinas, ni el tiempo, ni el amor, ni Woodstock, lo que decidió romper el silencio del mar adriático. Pete Rochtown desafió con la mirada a todo Detroit desde lo bajo de su rascacielos y gritó ese "¡Basta ya!" que detuvo al mundo, que paró el Año del Mundo al revés. Y fue fusilado en Antananarivo, Madagascar, después de estar en búsqueda y captura durante diez años. Antes de ser atravesado por balas de escopeta, de fusil, y de pistola, incluso una metralleta se coló en el festín abrupto, rojo sangre. Pete agarró su cara, y se la arrancó, para que debajo aparecieran un bigote y una sonrisa. Era 2001, y George Harrison sobrevoló la Antártida.

Hizo lo que pudo y no lo que es debido, pronto le van a juzgar.
Hizo lo que supo, estando malherido, pronto le van a colgar. 
Le van a colgar.

"No hay nada que puedas hacer que no pueda ser hecho. No hay nada que puedas cantar que no pueda ser cantado. No hay nada que puedas decir, pero puedes aprender cómo jugar el juego. Es fácil. No hay nada que puedas hacer que no pueda ser hecho.No ha nadie a quien puedas salvar que no pueda ser salvado. No hay nada que puedas hacer, pero puedes aprender cómo ser tú mismo con el tiempo. Es fácil. All you need is Love".