26 sept 2011

La bandera de Micronesia se ha quedado sin estrellas.

Sintoniza las pulsaciones imaginando que no son las tuyas,
Cavilando entre las musas que caminan por el mar.
Y así mismo, convaleciente, veterano de guerra,
Avisando a la corrupción de los peligros de la soledad.
Sin vergüenzas que tocan oboes, miran de reojo el reloj,
Buscando un escondrijo entre las columnas de paz.
Auguro que el mal, ya hecho, podrá simplificarse
En tres números romanos que no sumen más de cien.
Ataviado como voy, de héroe griego, no puedes atacarme,
Invulnerable soy ahora, invulnerable soy ahora.
Caminas tú, camino yo, bailando tú, gritando yo.
Son sólo azares del encuentro que rehúye entre ratones,
En cloacas con nubarrones, que no conocen la tempestad.
Zumba el azúcar en el azucarero, razona el sombrero en el vestidor.
Asimila los conceptos, como un coche de carreras, una victoria infranqueable,
Un limón empedernido.
En las islas del pacífico, las estrellas ya no brillan.
Las estrellas ya no brillan.
Bailas tú y grito yo.
Entre gorgojos los cangrejos saltan de lado, buscan el mar añorado.
Bailas tú, grito yo.