De vez en cuando la memoria me permite recordar aquellas zapatillas azules que se encontraban en un rincón del escaparate, aquella mañana de abril, fría, fresca y limpia, aquel gorro de colores con una borla lila, aquella esquina en la que un vagabundo decía que no tenía para comer, aquel edificio de color negro desde el que los ricos miraban por la ventana como la gente normal hacía sus cosas normales, aquella chaqueta de cuero que un motorista llevaba, aquel huevo que se rompió al tocar el suelo de mi cocina, pero nunca, nunca, la recuerdo a ella.
