-¡Ni se te ocurra! - le espetó la madre.
-¿Pero por qué? - insistió el joven de nariz puntiaguda y ojos grandes.
-Porque te he dicho que no estamos como para gastarnos el dinero a lo tonto.
-No es a lo tonto, quiero dedicarme a eso.
-¿A tocar una batería? Ni hablar, harás derecho como tu padre.
-Pero madre, no quiero hacer derecho, quiero tocar.
-¡Que no! - dijo la madre tajante - y no quiero volver a oír nada más sobre el tema. Richard, debes centrarte en tus estudios.
Y el joven Richard, viendo su sueño truncado con tan sólo 15 años, decidió irse a vivir a Liverpool a la mayoría de edad.
Fue entonces cuando tres se convirtieron en cuatro gracias a un batería, que fuera por suerte o por otras cosas, cumplió su sueño.
