7 nov 2010

De cómo escribir en cirílico.

-A lo mejor me estoy haciendo un lió - continuó - pero creo que al final ha dicho que fuéramos yendo para allá.
-¡Qué va! - contestó el otro - lo que pasa es que estaba cabreado.
-¿Y eso?
-¡Y yo qué se! - gritó - ya sabes como es él.
-Siempre le tratas como si fuera un tonto.
-¿Acaso no lo es?
-No.
El chico la miró con desprecio, como si fuera una loca que no sabe lo que dice, como si estuviera en un completo error y no quisiera aceptarlo.
Agarró su mochila y comenzó a andar, la chica le siguió:
-¿A dónde vas? - le preguntó.
-A mi casa - respondió el chico, más calmado.
-¿Y qué hacemos con él?
-Por mí como si se va a China.
Y volvió a hacerlo, sus impulsos se adueñaron de ella y le pegó un bofetón, antes de insultarle y marcharse completamente cabreada.
-¡Eres un imbécil! 
-Oh vaya - contestó el chico llevándose una mano al moflete, le dolía, pero no lo iba a aceptar - ahora ponte de su lado, después de que te dejara tirada ayer.
-¡Lo hizo porque su madre estaba enferma!
-Eso es lo que él te dijo.
Y el silencio se adueñó de la escena.
Y de repente desperté. Todavía estaba sentado en aquella silla con ruedas, y no sé por qué me dio un escalofrío tremendo. Ah sí, porque todavía estaba en el jardín. Chuck se había marchado hace dos horas. Miré el reloj. Las cinco y media.
Decidí meterme en casa, intentando recordar por qué el sueño que había tenido me resultaba tan familiar.
Maldita sea. No sé que se ha caído en la cocina pero me he llevado un buen susto. Una cacerola.
después de maldecir a la cacerola decidí acostarme en el sillón, total, para las tres horas que me quedaban para levantarme e ir a trabajar...
Mi primer día de trabajo, después del accidente, que lógicamente ha marcado un antes y un después en mi vida. Será para mí como el nacimiento de Jesucristo para los años.