No entendía aquello, para nada. Mi sobrino, expectante, aguardaba mi opinión sobre su dibujo. Pero es que no sabía qué decir. Era una especie de pájaro con unas cadenas atadas a las patas con una gran bola que le impedía remontar el vuelo. Su caída en picado venía indicada con una líneas de velocidad que transmitían la limpieza de los trazos. Pero no lo entendía.
-Está bastante bien - dije finalmente.
Él sólo sonrió, cogiendo el dibujo y mostrándomelo.
-No sabes lo que significa, ¿verdad? - me dijo.
Simplemente negué con la cabeza, guardó el dibujo en su mochila y se marchó con un alegre adiós. No se quedó a dormir y eso me sorprendió, pero no más que su misteriosa despedida. Definitivamente no entendía nada. Pero no tardó en llegarme un mensaje suyo, en el que me decía que se iba a Montreal a media tarde, que ya me explicaría lo que significada el dibujo, y que volvería para navidad, dentro de dos meses.
Y seguía sin entender nada. Y como no entendía nada y era la hora de cenar, me puse a la tarea.
No me apetecía nada fuerte, de modo que la primera idea que pasó por mi cabeza fue la de una ensalada de atún. Pero al abrir la nevera me encontré ante un dilema: ni rastro de lechuga y atún. Refunfuñando entre dientes, abandoné el proyecto de la ensalada y pensé en pasta, y por suerte encontré unos macarrones en la despensa. Al final me los comí con salsa barbacoa, porque carecía de queso y tomate. A saber que hubiéramos tenido que cenar (que quede claro que sólo tenía macarrones para una persona) si mi sobrino se llega a quedar a dormir. Bueno, hubiéramos llamado a un chino, o a un algo. Y quizá debería haberlo hecho, porque la cena me sentó como un tanque y me pasé la noche entera en vela con unos incesantes dolores de estómago y continuas visitas al cuarto de baño (sin llegar a vomitar, añado).
A la mañana siguiente me volvió a llegar un mensaje de mi sobrino que decía así:
Hola Eliott, estoy en Montreal, perdido y con quince dólares, tengo mi cuaderno y mis rotuladores, creo que voy a optar por dibujar en la calle y vender los dibujos. Un abrazo, ojalá estuvieras aquí.
PD: me quedan sólo dos rotuladores, es una indirecta.
Y no se me ocurrió otra cosa que hacer que irme a Montreal, con mi sobrino, viajar, no me vendría mal, tenía una suficiente cifra ahorrada, a parte de que el seguro me había indemnizado no poco dinero tras el accidente y porque se me rompió la caldera hace ya dos semanas. Me iba a Montreal, y me iba ya. A las siete y media salía el primer autobús hacia Montreal, y era el que pensaba coger. Hice la maleta como buenamente pude, saqué los billetes por internet, y a las seis ya estaba saliendo de casa directo a la estación.
"Autobús número tres-cuatro-siete destino Montreal, cinco minutos para salir" dijo una voz femenina por megafonía. Cogí mi maleta y me acerqué a la larga cola de personas que iban a viajar conmigo. Delante mía había una pareja joven, que no cesaron de besarse continuamente hasta que les pidieron los billetes. A lo lejos se oía una discusión entre dos chicos, en la que uno le reprendía al otro el haberse dejado los billetes en casa. Vaya, dos que no iban a viajar. Justo antes de subir me avisaron de que existía una zona especial para minusválidos dentro del autobús y que gustosamente me atenderían a cualquier llamada durante el viaje. Acepté gratamente la oferta y una plataforma me elevó hasta el autobús. Un señorito vestido de uniforme rojo y que llevaba un gorro algo estúpido me guió hacia aquella zona especial, que era la que se encontraba al final del todo.
Al entrar se me cayó el alma a los pies, tres personas éramos. Un abuelo con un brazo ortopédico dormía a pierna suelta en dos asientos, y un hombre de mediana edad en silla de ruedas miraba por la ventana mientras escuchaba música. Estaba tan concentrado en mirar a través del cristal que hasta que no me colocaron al lado suya no se dio cuenta de mi presencia.
El ambiente de aquella zona era algo verdaderamente lamentable, tres personas, una dormida, dos en silencio total, que tendrían que soportarse durante horas, menudo planazo, sí señor.