2 nov 2010

De cómo no se pilla antes a un mentiroso que a un cojo.

Noviembre, ese mes que empieza en lunes, porque sí. Porque le ha tocado, quiera o no, comenzar en lunes, y además en festivo. Creo entonces que se convierte en uno de los meses que mejor ha sido recibido.
Y es que aunque Noviembre era el hijo número diez de su familia, y la número cinco en cuanto a chicas, siempre la trataban como a una niña pequeña.
Y no le gustaba.
No le gustaba ver cómo sus hermanos mellizos pequeños, el triste y monótono Octubre y la repleta de ego Septiembre se llevaban más en la paga semanal, porque pensaban que era una inmadura y que se lo gastaba todo demasiado rápido. Y razón tenían, porque todos los lunes Noviembre llegaba a casa con un disco nuevo bajo el brazo, se encerraba en su cuarto, que compartía con la dulce Mayo, la chica más mayor de la familia, y ponía el volumen a tope para fastidiar a tope, cómo no.
Entonces llegaba el choque contra el ego de Septiembre, que se quejaba de que con tanto ruido no podía estudiar. Y cómo no, acababa sin poder escuchar su disco nuevo.
De vez en cuando recibía consejos musicales de Julio, el primero en nacer, que era un crítico musical muy bueno, maldita sea, era excelente. Se podían pasar tardes enteras hablando de música, hasta que llegaba Febrero, el segundo hijo, pero el más bajito de todos, y se iban a ver el baloncesto al pabellón de enfrente.
En sus horas de soledad aparecía Mayo, que la protegía y la tenía mucho cariño. Y si aparecía Mayo, aparecía Junio. Eran gemelas, y lo único que las distinguía era la voz, la de Mayo, suave, hasta tersa, mientras que la de Junio era chillona, además del pelo, el de Mayo largo y recogido en una coleta, y el de Junio, corto, con el flequillo marcado, a lo Cleopatra. Mayo y Junio siempre iban juntas a todos los lados, y si una hacía algo, la otra también. No es que fuera culo veo culo quiero, sino que estaban completamente enlazadas y sincronizadas.
Además, Mayo siempre iba de color Azul claro, y Junio de verde lima.
Con quién nunca estaba Noviembre era con Enero, que era un patán y un creído, y tenía broncas con todos, a todas horas, menos con Octubre, que se podía decir que le lamía el culo. Enero siempre tenía que ser el primero en todo, si no, había lío.
Lo único que no se le podía reprochar era que en los estudios era muy bueno, iba a hacer un máster de medicina en otro país, y prácticamente toda la familia aguardaba con gran anhelo la hora en que se marchase de allí unos años. Todos menos Octubre, evidentemente.
Ah bueno, y su hermana mayor Diciembre también la quería mucho, le encantaba salir los días de lluvia y la llevaba a parques y lugares magníficos. Una vez tuvo que elegir un acompañante para ir de viaje a Europa. Eligió a Noviembre.
Marzo y Abril no hablaban casi nunca con ella, bueno, casi nunca con nadie. Iban de aquí para allá sin mediar palabra, se encerraban en su cuarto y jugaban a los videojuegos todo el santo día. Noviembre les tenía cierto asco, y no sin razón.
Ah bueno, y queda Agosto, el quinto en nacer. Noviembre nunca lo conoció, porque se fue a vivir a Canadá antes de que ella naciera. De vez en cuando veía fotos que Agosto enviaba, y siempre le había parecido muy guapo, y le hubiera gustado conocerlo, y que Enero se hubiera marchado a vivir a Australia, o a algún sitio más lejano, como Júpiter o Urano directamente.