12 dic 2010

De cuando en cuando se va la luz.

"Con una ferocidad temible, digna de un león de la sabana africana, el hombre se abalanzó sobre el otro hombre, procediendo a convertirse en su agresor, y el otro hombre, en la víctima.
Puñetazos, patadas, arañazos, mordiscos, desgarros... el otro hombre fue presa del miedo y, totalmente indefenso, recibió todo tipo de golpes y ataques de su agresor, sin que tan siquiera le fuera permitido reaccionar o defenderse. Y lo triste es, que cuando hubo reunido el valor suficiente para combatir y responder a los ataques, sus fuerzas, melladas, le fallaron y le abandonaron, de tal modo que lo único que pudo hacer fue esperar a que todo cesara..."

Tenía demasiado sueño como para continuar la lectura, así que se fue a dormir.